Nacimiento

Una experiencia espantosa es ver cómo el cuerpo que la naturaleza y tus padres te dieron y que tanto esmeraron en cuidar durante tu crecimiento, se daña a causa de la inconsecuencia humana de otra persona. Impotencia. Rabia. Deseos de quemarlo todo y a todos.
Luego, solo sobreviene el deseo de desaparecer.
No es fácil aceptar la imperfección ocasionada. No es lo mismo venir de fábrica con alguna circunstancia que asumirla.
Odie esa parte de mi, rota.
Esa parte de mi, parchada.
Esa parte de mi, que no podía devolver por defectuosa. Ni vender. Ni regalar. Ni botar.
Que se hace?
El largo camino de la aceptación de mi nueva yo. De mi nueva parte. Otra parte más que no es mía de nacimiento y se va a ir conmigo a la tumba.
Bueno. Han sido dos meses de trabajo mental. De aceptarme, primero con desdicha. Luego con ternura.

Sufrí toda mi vida la perfección. Y olvide que debo quererme como soy.
En qué parte me perdí? Debió ser en el 1991. Cuando estaba en la flor de mi vida. O quizás en el 2012, larga historia.
Tan frágil fui? Y vino una costura triple en un pie para cerrar esa herida y darme cuenta que soy hermosa como soy.
Con mis partes imperfectas, mi pelo rapado post depresión y mis arrugas que este año no vieron ni el sol. Acabo de nacer.
Nacer de nuevo.